Cuando se comienza la exploración, conquista y aculturación por parte de los conquistadores como: Nicolás de Federmán, Jorge Spira, Felipe de Hutten, Hernán Pérez de Quezada, Antonio de Berrío, Pedro de Tena, Francisco de Aguilar, Francisco de Cáceres, entraron en nuestros llanos después de Diego de Ordaz, en 1531, junto con los Jesuitas vinieron sembrando por su misión en los nativos aborígenes de esta región hermosa de los Llanos Orientales, sus costumbres, religión, lenguajes, trajes, instrumentos musicales, cantos, música y danzas.
Misioneros de congregaciones religiosas, como: Agustinos Recoletos y Jesuitas, las comunidades aborígenes quienes abandonaron algunas costumbres. De este mestizaje cultural nace el folclor llanero y en sí todo el folclor andino. Nuestros nativos aprenden entonces, los coros, música, creencias (religión) y costumbres, enseñadas por los sacerdotes, de cuyo nombre cabe anotar: José Dadey, Miguel Jerónimo de Toloza y Diego de Acuña, quienes iniciaron la catequización jesuita en 1625. Los padres Diego de Molina y José de Tobalina, iniciaron su ardua pero esmerada labor en 1626.
De ésta manera los cantos religiosos y coros para las celebraciones desplazan el canto de los indígenas y por ende, sus instrumentos.
Misioneros de congregaciones religiosas, como: Agustinos Recoletos y Jesuitas, las comunidades aborígenes quienes abandonaron algunas costumbres. De este mestizaje cultural nace el folclor llanero y en sí todo el folclor andino. Nuestros nativos aprenden entonces, los coros, música, creencias (religión) y costumbres, enseñadas por los sacerdotes, de cuyo nombre cabe anotar: José Dadey, Miguel Jerónimo de Toloza y Diego de Acuña, quienes iniciaron la catequización jesuita en 1625. Los padres Diego de Molina y José de Tobalina, iniciaron su ardua pero esmerada labor en 1626.
De ésta manera los cantos religiosos y coros para las celebraciones desplazan el canto de los indígenas y por ende, sus instrumentos.